22 mar 2009

de los continuos viajes...

Las palabras se juntaron, sin tinta, sin papel, sin música de fondo, para hacerle sentir que no estaba del todo sólo a la orilla de sus sueños.

Ella, con ansiosa prisa le contó su último viaje.

-Pasé la escala
crucé el camino
violé la puerta
rompí la cerca
huí a los perros
construí un atajo
amarré al miedo
olvidé la rabia
disfracé al silencio
empaque al deseo
alumbré las sombras
distraje al tiempo
golpeé al centinela
busqué la llave
para entrar en tu cuarto...

Él, comprendió que en ese viaje su sueño
fué el complice para acercarla a su cama
y contemplarle dormido.

17 mar 2009

Matilde

Sus ojos verdes aún siguen esperando la última lágrima que del cielo cae para no sentir la ausencia de lo que fue su más cercano amigo.
Todo sucedió tan rápido, que no le dió el tiempo necesario para terminar de preparar su alimento. Una mano tras otra la obligaron a entrar en ese incómodo, obscuro y solitario recinto. Lo que había sido su família, decidío enviarla de camino hacia las apabulladoras calles de la ciudad, en una noche sin cielo, sin explicación.
Todo parecía tan nuevo y tan indiferente, que prefirío dormir.
Al despertar, ya nada cubría su frente y una luz similar a la que vió la última vez en su casa le erizó la piel, tras un silencio escucho una voz delicada y sintió sobre sí de nuevo la sombra de la noche anterior. La voz le dijo:
- Matilde te llamarás como la santa del día de hoy, hoy es tu nuevo nacimiento.
- Anoche durante el viaje, algo se te quebró, sin embargo vas a ver que te vas a poner mejor.
Y sin entender sintió las lágrimas del cielo sobre su costado, sus brazos, su rostro.
Le reconfortarón cada espacio de su piel, la luz se hizo más fuerte sobre su rostro
y se empinó para disfrutar de ese instante.
Otra voz más fuerte se escuchó:
- ¿Qué planta es esa, que tiene rota la ramita más grande?