2 abr 2009

Casi un poema

Aunque sea cierto que los hombres le han traído afanes, angustias y nostalgias; no puede negar la sentencia de sus manos húmedas, de su mirada esquiva, de su inquieta sonrisa, cuando advierte la presencia de Mario.
Desde hace un par de semanas, se sienta en el escalón azul que inicia camino hacia el primer piso del salón principal de la Casa Binomio. Allí, los martes Mario prepara con su grupo la coreografía para ser presentada en el concurso local.
Abre el libro en la misma página cada martes, introduce los audífonos en sus orejas, sin música alguna que acompañe tal molestia y tras sus lentes oscuros, invade con su mirada el escenario habitado por los bailarines.
- Cinco, seis, siete, ocho, desplazo, abrazo, deslizo y giro; cinco, seis, siete, ocho y vuelve...
No es un soneto, pero esa voz al combinarse con los movimientos cadenciosos, es casi un poema. Se desplaza y conquista el espacio con cada paso, abraza y transforma con sus manos la tentación en libertad, desliza y quebranta sutilmente las fronteras, gira y su equilibrio transgrede la mesura de lo deseado.
Sonríe y lee sin ingenuidad cada movimiento de Mario, le apasiona la línea sobre la cual él recrea: giros, saltos, ondas, círculos...con su cuerpo. Su lectura finaliza con el aplauso que hace eco en Binomio. Descuelga los audífonos, presiona una de las esquinas de la página elegida dos horas antes, cierra el libro y con poco afán comienza su descenso hacia la salida del gran salón.
Su mirada sólo buscaba la salida, no se atrevía a echar un último vistazo al escenario, pero el terco deseo le hizo girar el cuello rápidamente sin encontrar en un detallado repaso el móvil de aquel intempestivo gesto. Siguió avanzando sin volver la mirada, hasta que chocó con algo que le dio la sensación de quien cautelosamente sale de su escondite y se encuentra de frente con un batallón en una selva sitiada. Una parálisis se apodero de su cuerpo cuando al levantar el rostro, se encontró con su sospecha, era él, a quien dos horas antes observaba diafanamente. Se perdió en un mundo de pensamientos desconocidos donde no alcanzaba a ordenar ninguno, y poco a poco, como si saliera de una nube que la hubiera suspendido para no dejarla caer al suelo, se separó para darle aire al libro que estaba entre su pecho, su mano y él. Mario persistía con la mirada en ella y le preguntó: ¿Qué lees? Y ella con una sonrisa y un poco más compuesta respondió: - Casi un poema. Y fue entonces cuando supo que había salvado la puerta que le permitía realizar desde ese momento libremente sus deseos.
Y no dijo nada más.

4 comentarios:

  1. Charachán!
    Muy buen "anticuento", hija. Me hizo acordar algunas cosas, pero en fin, jajaja. Está muy bien escrito, el clima, las sensaciones. Casi un cuento, casi un poema.

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  2. Gracias, hijo!
    Jaja, no tendrá que ver con una muñeca bailarina?

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  3. Jajaja, es probable... Mala, jajaja.

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  4. Você e suas quase definiçoes. Eu gosto de coisas assim.Uma poesia que é quase prosa e um livro que é quase um poema. O bom é ter que procurar a parte que faltaria, perdida nas entrelinhas...
    Adorei! beijinho!

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